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Aún perviven en diferentes y remotos lugares del globo, ciertas tribus
aborígenes que rechazan la fotografía por considerarla un instrumento
diabólico que roba al alma de quienes acceden a ser inmortalizados por ella.
Tales creencias posiblemente no se encuentren muy lejos de la realidad, al
menos en la obra de Paco Sánchez. Su objetivo es la tela de araña en la que
quedan atrapadas las emociones de sus retratados para reflejar la verdera
naturaleza de quien nos mira desde ese otro lado. Un desafío a la
inmaterialidad del espíritu y al inexorable paso del tiempo que se resuelve
en el momento en que se congela el pulso del mundo para dar testimonio de lo
que fue. Su profusa obra, compuesta por instantes que reproducen la historia
de un arte que es meta y fundamento de su propia existencia, así lo
corrobora. |
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