OPINIONES

 

Parece un milagro pero no lo es. En el preciso instante en que se abre el obturador de la cámara de Paco Sánchez, junto a los rayos de luz que crean la fotografía, se cuelan las vivencias de un amigo, de una compañero de profesión, de un “hermano” en esta religión que es flamenco. Pero si en lugar de hablar de retratos el obturador pestañea en la boca de un escenario, además, la cámara de Paco capta la pasión del que ama lo que hace, del que admira cada uno de los instantes que configuran esa maravilla llamada flamenco. Estas cámaras mágicas son imprescindibles para alimentar, perpetuar y evocar el duende.

 
  David Calzado Carmona
Periodista
Coordinador de Comunicación de La Casa Encendida
   
   

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