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Estamos ante un excelente retratista, y, por tanto, un vidente de la
verdad y un creador de ideas, capaz de sintetizar las experiencias vividas
pero al mismo tiempo de enmarcarlas con su concepción estética y su tiempo
histórico. Sus retratos nos inducen a pensar, igualmente, que lo que vemos
hoy ya nos perteneció en el pasado, pues sus imágenes tienden a escapar a su
control y a adquirir un valor propio, aquel que rige la mente de cada
observador.
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