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Dice Shakespeare: “las palabras están llenas de falsedades o de arte,
pero la mirada es el lenguaje del corazón”. Si algo caracteriza a las
instantáneas de Paco es ese idioma tan puro y tan de dentro, tan suyo, que
emplea para hacer que desde su mirada hablen los protagonistas de sus
retratos. Sinceridad y declarada pasión en un pulso humilde que merodea sin
ruido el epicentro del artista hasta revelar su alma con pasmosa
naturalidad. Por eso lo mismo Mairena canta en sus fotos, que el de Lucía
toca, que Ana Parrilla baila... Eso hace que estos testimonios, estas
huellas indelebles, como esos grandes artistas a los que plasma el bueno de
Paco, sean inmortales. Brindo por ello, maestro.
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