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A Paco Sánchez no le gusta la realidad. Desde que fue un jovial rockero
de los 70, cree sin embargo que la música puede amansar a las fieras y quizá
por ello terminó llenando su vida de quejíos, esos alaridos del alma a los
que algunos llaman flamenco.
Viene siendo testigo privilegiado de su tiempo. El periodismo y su
curiosidad innata le llevaron a conocer las tripas del sur, sus luces y sus
sombras. Y decidió retener sus rostros y sus gestos en forma de fotografía.
Ante su objetivo han pasado usías y anónimos, protagonistas visibles e
invisibles de los últimos años de nuestra historia cómplice. También ha
intentado Paco Sánchez corregir a través de su cámara lo que la vida real
desenfoca. Y no sólo se trata –que también—de la sabia utilización de las
nuevas técnicas para resolver defectos nimios de sus retratados, sino de una
mirada compasiva, casi terapéutica, que le lleva a sacar lo mejor de quienes
tiene delante y a elegir lo bueno de entre lo malo en todo aquello que mira.
Será porque sigue siendo tan comprometido y tan jovial como los rockeros de
los 70. |
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